Si la abstención es una especie de carcoma de la democracia, los índices de ayer aportaron en Aragón, y también en el resto de España, un motivo para la satisfacción. Casi nueve puntos más de participación con respecto a la pasada convocatoria del año 2000, que quedó en un 68%. Pero está claro que este considerable incremento obedece a razones muy concretas. El voto del día de ayer era un ejercicio de repulsa, de contraposición a la barbarie. Acudiendo a las urnas nos manifestamos también como ciudadanos libres, afirmándonos en un camino conquistado hace 25 años y que ningún grupo terrorista va a poder minar.