Si una mujer como Cristina de Borbón se encuentra indefensa, ahora que el foco ha vuelto a la Casa Real y allegados, ni les cuento cómo tienen que sentirse los españoles que pasan por dificultades para desarrollar cualquier aspecto de la vida con un mínimo de dignidad.

Se tienen que sentir realmente indefensos los jóvenes bien formados que llevan años sin encontrar trabajo en su país y se ven forzados a irse al extranjero a probar suerte. Se trata de una nueva emigración cualificada y sufragada todavía por sus padres que desmiente la pretendida recuperación vendida por el Ejecutivo como villancico de Navidad.

Se tienen que sentir muy indefensos los científicos españoles que se quejan, cargados de razón, de que sus laboratorios de investigación se cierran por falta de medios; y que incluso llegan al caso de participar en concursos de televisión para ganar un premio y poder seguir manteniéndose.

Se tiene que sentir indefensa la Universidad de Zaragoza por mendigar que se cumplan los presupuestos y deje de padecer la deficiente financiación que la sitúa en el penúltimo lugar entre las públicas españolas. Es de auténtica vergüenza que se caiga el techo de una facultad señera como la de Filosofía y Letras, y que su no mantenimiento sea algo ya legendario. Si la presidenta Rudi pregunta a quién se lo quitamos para dar más dinero al campus universitario. La respuesta es fácil: a las comarcas, a Motorland, a las dietas exageradas de sus señorías.

SE TIENEN que sentir indefensas y abandonadas a su suerte todas esas familias que han perdido sus trabajos y deben apagar la calefacción porque no se pueden permitir pagar dos recibos fuertes cada mes. Y no estoy hablando de los umbrales ínfimos de pobreza, sino de clase media empobrecida por el mal gobierno de este país. A ellos habría que preguntarles por los lujos que se permite la señora de Urdangarin y su pretendida indefensión, cuando tiene blindado en su defensa a todo un fiscal, más los abogados pertinentes que no saben ni qué cara poner al ser preguntados por esa familia que vive tan ricamente en Suiza.

Se tienen que sentir humillados, abandonados e indefensos las víctimas de desalojos de sus propias viviendas. Solo en Aragón se producen unos 1.200 desahucios de primera vivienda al año, tanto hipotecarios como por impago del alquiler. Sin mencionar las personas desesperadas que se suicidan directamente al ser obligadas a salir para siempre de sus casas y seguir pagando al banco la hipoteca.

Nos sentimos indefensos todos los ciudadanos que pasamos frío esperando el bus que no llega, que miramos y repasamos la cuenta del banco para poder pagar todas las facturas y cumplir con Hacienda, y pateamos las tiendas en busca de algún detalle para nuestros familiares en estas fechas entrañables. El antiguo régimen terminó a finales del XIX. Por eso cansa tanta indefensión, tanta corrupción, tanto descaro y tanto miedo a ser tratados como simples ciudadanos.

Periodista y escritora