Aumentan los muertos en accidente de tráfico. Parece una consecuencia lógica de esta nueva etapa política destinada por encima de todo a recuperar los datos que, según la doctrina aznarita, indican que España va bien. De momento, tal vez no haya forma de enderezar el negocio inmobiliario, pero las carreteras ya van aumentando su cosecha de muertos. Los optimistas aprecian en tan siniestro balance la prueba del retorno del gasto, la alegría viajera y un mayor margen de libertad para los conductores marchosos, a los que Rubalcaba crucificó a base de radares, alcoholímetros y retiradas de carnet. Bueno, ya saben que el líder municipal del PP zaragozano, Eloy Suárez, ha puesto la guinda a su programa proponiendo aumentar la velocidad permitida en el Tercer Cinturón. Démosle al acelerador. Así saldremos antes del túnel, ¿no?

Los pesimistas, pobre gente, afirman que la tendencia de las autoridades a dejar que los coches cumplan con su cometido (ir deprisa) es sólo parte del problema. Porque además el parque automovilístico vuelve a envejecer, los automóviles pasan menos revisiones y reponen más despacio neumáticos u otros componentes sometidos a degaste... y además las carreteras van empeorando año tras año. Las aragonesas, por ejemplo, vuelven a estar hechas una caca de la vaca (normal: el actual Gobierno autónomo suspendió el programa para su mantenimiento sin darle una alternativa). Todo lo cual no indicaría precisamente que España vaya bien, sino que los españoles son más pobres. Eso sí, como ya reconoce todo el mundo, los ricos son más ricos. Guay.

Morir apurando el riesgo es cosa muy española. Lo ha dicho Esperanza Aguirre, la gran intelectual conservadora, al proclamar que quienes pretenden prohibir los toros son enemigos de la Patria. Algunos tal vez hayan visto en ese discurso pronunciado por la presidenta del PP de Madrid en la apertura de la feria de Sevilla una demostración de estupidez y/o locura. No hay tal, es la simple constatación de que todo va de maravilla y sólo hace falta valor para reconocerlo y disfrutarlo. ¡Viva la muerte, coño!