Si el PP tiene éxito, o no, con su argumentario recuperacionista se verá el año que viene, cuando toque pasar por las urnas. Mientras tanto, jefes y empresarios situados en su onda aseguran un día sí y otro también que la crisis está pasando (o ha pasado ya). Sobre tal aserto va a fundamentar la presidenta aragonesa Luisa Fernanda Rudi el inminente Debate sobre el estado de la comunidad. Llegados a este punto, cuando datos, estadísticas, impresiones y análisis se mezclan en un cóctel de extraño sabor e ingredientes indescriptibles, la discusión pierde sentido. El poder político y económico ha decidido pregonar que la recuperación es un hecho. Se puede refutar tan alegre afirmación, pero ello no evitará que el triunfalismo vuelva una y otra vez a inundar los medios.

Una polémica sin salida acaba en simple hartazgo. ¿Qué puedes decir frente a los aleluyas de los optimistas? ¿Que los datos macroeconómicos no avalan un crecimiento sostenido? ¿Que el paro no remite (se crean pocos empleos y de muy baja calidad mientras desciende la población activa)? ¿Que la prima de riesgo ha bajado gracias a las intervenciones del Banco Central Europeo pero sigue oscilando peligrosamente (en el último mes se fue solita de los 120 puntos básicos a los 160 por obra y gracia del Espíritu Santo)? ¿Que las exportaciones han pinchado y llevamos meses acumulando déficit comercial? ¿Que vivimos inmersos en la deflación? ¿Que los asalariados de nivel medio y medio-alto están siendo masacrados fiscalmente? ¿Que aun así, y pese a los recortes, la deuda pública sigue disparada?... Como si nada. El confuso manejo de datos relativos (porcentajes a menudo equívocos o escasamente significativos), así como la utilización a conveniencia de estadísticas que aparecen (cuando son positivas) y desaparecen (en cuanto son negativas) crea un espeso y confuso ruido de fondo. Es una mascletá valenciana.

No sé ustedes, pero yo prefiero a estas alturas dar una larga cambiada y pasar de más discusión. Ya he visto caer unas cuantas realidades percibidas. Esperaré a que caiga la que nos venden Rajoy, Rudi y los suyos.