Nadie parece sorprendido. Lo único sorprendente ha sido el rápido derrumbamiento de un mecanismo de impunidad que funcionó de manera implacable durante decenios. Pero tanto ha ido el cántaro a la fuente, que al final... Bueno, nada que no haya pasado y pase en el resto de España. Porque la maldición afecta a todos los territorios del Estado y expresa el resultado de siglos de historia en común. Cataluña y la periferia separatista arrastran en su interior, mal que les pese, los males, las pasiones y locuras propias de Iberia. Si somos lo que fuimos, los Pujol son una familia burguesa tan rapaz como oportunista que supo ocupar una extraordinaria posición en el catalanismo contemporáneo y jugar papeles decisivos durante la Transición española y después. Hasta ayer mismo. El molt honorable, sus hijos y la señora Ferrusola han ejercido de símbolos político-patrióticos... mientras aumentaban en progresión geométrica su riqueza, escondida como es de rigor en paraísos fiscales. Comisiones, tráfico de influencias, evasión fiscal. Lo normal.

Esta maravillosa gente, tan pagada de la naturaleza carolingia de su cultura y su país, tan segregada de la basura y la burricie hispánica, tan diferente, es, en realidad, el exponente de la España de siempre (la oficial, quiero decir): apátrida en lo que al dinero se refiere, traidora a las instituciones democráticas, cínica, hipócrita y presunta (aunque evidentemente) corrupta. Ahí está la maldita España que repudiamos cada día cuando sus oscuras obras emergen en la Gürtel madrileña y valenciana, los EREs, los falsos cursos de formación sindicales o patronales, las cajas de ahorro saqueadas, los pelotazos, los trucos de la derecha navarra, los vicios de la izquierda andaluza, los negocios del yerno del Rey, el petardazo en las cooperativas de Mondragón, los latrocinios perpetrados aquí y allá. En fin, lo que ya sabemos. Igualitos unos y otros.

CiU está reconocida como una de las fuerzas políticas más podridas del ámbito euromediterráneo. En la línea de la DC italiana de Andreotti, los conservadores griegos o el PP levantino. ¿Y éstos pretenden ser singulares?