Se llevó a cabo hace años un curioso experimento: durante varios meses, diversos brokers de Wall Street diseñaron operaciones bursátiles compitiendo entre sí... y con un chimpancé, que también decidía compras y ventas aceptando o rechazando imágenes con los logotipos de las diversas compañías cotizadas. Al final el inversor más eficaz resultó ser el primate. Entre bromas y veras, el caso probó cuán sobrevalorada está la presunta inteligencia de quienes mueven los hilos y toman las grandes decisiones. A fecha de hoy ello resulta más que evidente. Estamos en manos de élites henchidas de soberbia, codicia... y estupidez. Observas fracasos tan trágicos como la intervención en Irak o la desestabilización de Siria o Ucrania, sufres los desastres económicos (crisis financiera), medioambientales (cambio climático) o sociales (insoportable aumento de la desigualdad) y entiendes que el sistema funciona de pena. Podrán vendérnoslo como la única forma posible de administrar el mundo a diferentes escalas, pero es injusto, está corrompido y su ineficacia resulta abrumadora.

Qué decir de España. La suma total de los despilfarros, estafas, mentiras, idioteces y delirios cubre todo el país desde el centro a la periferia. Ahí están los aeropuertos sin aviones, las autopistas de peaje sin coches (la última que ha hecho ¡pufff!, la aragonesa), los escándalos, los megacomplejos cientificoculturales que se caen solos, la ruina de las cajas de ahorro, los cursos de formación saqueados, el fraude fiscal de alto nivel, las costas y los parajes naturales aniquilados... Demasiadas cosas decididas por arriba han salido mal. Así que esa presunción de que esto solo lo sabe manejar la gente del sistema se cae por su propio peso. Aquí muy pocos de los que han tenido responsabilidades institucionales o han ocupado posiciones relevantes en actividades económicas de envergadura pueden presumir de algo. Si en verdad una cosa es protestar o criticar y otra gobernar o gestionar, lo cierto es que llevamos lustros muy mal gobernados y gestionados. Menos amenazas y menos chantajes. Peor no lo hace ni la mona Chita.