El Gobierno, la banca y las grandes compañías dicen que la crisis de acabó y que la recuperación tiene raíces profundas. Los analistas económicos y buena parte de los comentaristas han compartido tal visión, aunque últimamente parte de ellos están abandonando el optimismo de obligado cumplimiento para guarecerse en una especie de "¡uy!... ya veremos". En el Instituto Nacional de Estadística (INE) se llevan un tremendo lío, porque publican datos que se contradicen entre sí y dan lugar a interpretaciones no menos contradictorias (por ejemplo: ¿cómo es posible proclamar que el consumo interno es el principal vector económico, cuando los índices de producción industrial están planos, incluyendo los que se refieren a la producción... de bienes de consumo?, ¿por qué cayó la actividad del comercio minorista?, ¿quién compra, si la capacidad adquisitiva de las familias no deja de bajar y llevamos más de un año coqueteando con la deflación?). El empleo no tira (en Aragón basta con que los rusos nos boicoteen la fruta o que los profes interinos sean objeto del habitual despido veraniego para que las cifras de paro se pongan bordes). Una cosa queda clara: no volveremos jamás al 2007.

¿Hubo crisis? Según vemos, las quiebras bancarias de hace siete años y el reventón en España de la burbuja inmobiliaria no fueron sino el inicio de una era caracterizada por un reparto mucho más desigual de la riqueza tras la derrota política de los trabajadores y las clases medias en general. No hay pues ciclo recesivo, sino una nueva situación sin retorno. La economía globalizada será dirigida por el capital financiero. Europa permanecerá estrangulada por la llamada austeridad (austeridad... ¿para quién?). Las altas tasas de paro garantizarán sueldos competitivos. Cada vez habrá más dinero barato (el BCE ha imprimido billetes por un tubo), pero será manejado en exclusiva por las élites financieras. Cualquier sobresalto (la geoestrategia está en manos de gente tan perversa como imbécil) provocará pequeños o medianos terremotos. Pero la crisis, lo que se dice crisis-crisis, habrá pasado. ¡Ya lo dice Rajoy!