Causó sensación el despliegue de personajes, empresarios y caras conocidas que rodearon ayer a don Arturo Aliaga, aspirante a ser el candidato del PAR a la presidencia del Gobierno de Aragón. Investido sucesor oficial por superBiel, el actual consejero de Industria, Innovación y Turismo se prepara para unas primarias que han de ser, en mi modesta opinión, las más interesantes y complejas convocadas hasta la fecha. Que los regionalistas hayan sido capaces de escenificar una selección de candidatos mínimamente verosímil indica hasta qué punto el PSOE (que no fue capaz de lograrlo porque al aparato le entró vértigo, desgana o yo qué sé) o el PP (inpermeable a la democracia interna) están fuera de onda, carcomidos por la vagancia y la falta de proyectos. El menú servido por los dos grandes partidos en Aragón y su heroica capital va a ser tan previsible como insípido. El doble duelo Rudi-Lambán y Pérez Anadón-Suárez promete aburrimiento en grandes dosis. Y quizás el bueno de Aliaga tampoco sea la alegría de la huerta, pero de momento ahí está, currándose el puesto, rodeado del todo Zaragoza, en plan norteamericano.

Don Arturo es el favorito en las primarias del PAR. Lógico: aún toca poder (institucional) ejecutivo y puede repartir mercedes y promesas. Pero las pasará canutas si ha de conseguir que su partido mantenga la cabeza fuera del agua y no desaparezca de la circulación o se convierta en irrelevante. ¿Votarán por Aliaga muchos de los que ayer le doraban la píldora en los salones del Hotel Palafox? Lo dudo.

Al otro lado, los de Ganemos Zaragoza se presentan hoy en público, en el centro cívico de Delicias. Con el tácito respaldo de Podemos, la participación de IU y otras fuerzas políticas de izquierdas (o alternativas, si prefieren esta definición), además de una incipiente movilización social a través de asambleas, Ganemos es una promesa que está por cuajar. Le faltan, precisamente, personajes, propuestas y credibilidad. Ya sé, ya sé que algunos odian los liderazgos y el carisma, pero Guanyem Barcelona no sería lo que es sin Ada Colau. La gente vota a... gente.

Claro, que de aquí a mayo...