Que la Constitución y el dogma católico de la Inmaculada Concepción se celebren sucesivamente en el mismo puente festivo siempre me ha parecido significativo. Porque, según la visión ortodoxa de la vida política española, nuestra Carta Magna incorpora por la gracia del más poderoso una inquebrantable virginidad que nadie puede quebrar. Bueno... cuando nos dieron un toque otros altísimos poderes (me refiero a la señora Merkel, el señor Obama y los superburócratas y banqueros que manejan el guiñol) sí que le dimos un puntacito a la Intocable (el artículo 135, ¿se acuerdan?). Pero ya se sabe que los dogmas sólo lo son mientras convienen a quienes los administran. La reforma exprés de la Constitución española (destinada en esencia a garantizar los intereses de nuestros acreedores) estuvo tan bendecida que sólo los descreídos podrían ponerla en cuestión. Además, ya se sabe que tanto el espíritu como la materia (o sea, el dinero) arrastran misterios indescifrables. Si las cuentas de Bankia resulta inescrutables, las del Vaticano están volviendo locos a los contables del papa Francisco.

¿Por qué no replantear la Constitución ahora que ya no pesan sobre nosotros (¿verdad?) las limitaciones y temores de hace treinta y seis años? ¿Por qué no despejar la dudas? Si los mandamases están tan seguros del apoyo popular a la monarquía, de la mayoritaria lealtad de los catalanes, de la necesidad de garantizar la calidad de nuestra democracia, etcétera... ¿por qué no abrir las puertas a la participación ciudadana para resolver así los conflictos y las diferencias?

Suizos o norteamericanos llevan a cabo numerosos referendos, a través de los cuales el electorado en pleno decide sobre la política migratoria, la legalización de la marihuana, la pena de muerte, la protección medioambiental y cualquier otro asunto transcendente. Aquí, el poder todavía intenta preservar sus particulares arcanos, mantener en penumbra las supuestas razones de estado e imponer dogmas a los cuales no cabe alternativa alguna. Y eso en una atmósfera... bien poco inmaculada.