El yihadismo islamista (versión Al Qaeda o Estado Islámico) es atroz. Mas, dicho lo obvio, no se puede dejar a un lado la naturaleza igualmente horrenda y asquerosa de la réplica estadounidense. Y en la medida en que los norteamericanos lideran de manera absoluta la llamada lucha contra el terrorismo global, ese combate queda contaminado de entrada, y de salida sólo puede desembocar en tremendos fracasos. Ir a defender al pueblo afgano estaba bien. Hacerlo según las estrategias elaboradas por la CIA y el Departamento de Estado, no. De hecho, la política internacional (igual que la doméstica) está repleta de argumentos de ida y vuelta, que se anulan mutuamente en una explosión de sinrazones. No es fácil describir la complejidad del mundo actual (incluso acortando el plano para limitarlo a este pequeño lugar llamado Aragón) en 2.151 caracteres (espacios incluidos), que es la extensión de este artículo. Así que si alguna vez me deslizo hacia el simplismo les pido disculpas. Es que me emociono con un enfoque concreto y cuando quiero darme cuenta... ya estoy en el punto final.

Sí, es preciso defender la universidad pública (ámbito esencial e imprescindible de la transmisión del conocimiento superior y de la investigación) frente a quienes desean asfixiarla; pero también hay que lamentar sus notables defectos (sean su endogamia, sus obsesiones burocráticas o su desorganización). Sí, hay que combatir la corrupción, sea de matriz madrileño-valenciana (PP), andaluza (PSOE) o catalana (CiU); pero es preciso rechazar generalizaciones como la de Cospedal ("la misma corrupción que existe en un partido se da en la sociedad en general"), porque aquí la gente del común no está instalada en el soborno, el chantaje y la estafa, eso es cosa de una minoría privilegiada. O sí, de acuerdo, los gestores de la cosa pública han de ajustar el gasto y racionalizarlo al máximo; pero eso no puede conducirnos a la parálisis, a la falta de proyectos, al no hacer nada y a la utilización del recorte como forma de reventar servicios fundamentales.

Hoy, todos los argumentos tienen su ida, su vuelta... y su revuelta.