Algunos poderosos fácticos están que se suben por las paredes a causa de las disposiciones y los proyectos del actual gobierno acaso porque suponían que en España nunca iba a haber un gobierno que promoviera un poco de higiene política, de sentido común, de decoro cívico y de equidad social. Contrasta esa indignación de los dichos poderes, expresada y exagerada en sus incontables medios de influencia y comunicación, con la escasa o nula que suscitaron en su día los primeros gobiernos de Felipe González, que, ante el clamor general por la regeneración y el cambio, decepcionaron a su electorado y a la sociedad abonándose al continuismo y a las políticas de derecha que en aquellos tiempos y circunstancias no hubiera podido hacer la derecha convencional sin que se armara la Marimorena. Con Zapatero es otra cosa. Pero si a Zapatero le tienen enfilado no es porque el hombre sea un radical, ni siquiera por que pretenda hacer política de izquierdas, sino sencillamente porque pretende hacer política, esa cosa que es España nunca se permitió que estuviera en manos de los ciudadanos, sino de los bancos, de las grandes empresas, de los terratenientes y de los caciques.

*Periodista