Me había propuesto no hablar más de la situación en Cataluña, más que nada por no aburrirme a mí misma. Mi tema, esta semana, iban a ser esas personas que van en el bus urbano escuchando lo que sea en su móvil a todo volumen, regalándonos a los demás su reggaetón, sus recetas de cocina (juro que me tragué la de pollo escabechado narrado con el tono y el volumen de un partido de fútbol) o sus vídeos cutres de facebook. Lo reconozco: no lo puedo soportar. Esa falta de educación, esa desconsideración para con los demás pasajeros… Pero hablando de educación, se ha cruzado en mi camino Jaume Casals, y no lo he podido evitar. Casals es el rector de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Supongo que ustedes sabrán que el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC) ha convocado una huelga indefinida para protestar por la sentencia del procés. Esta pandilla de posadolescentes (que, como muchos a esa edad, se cree en posesión de la verdad) ha decidido, ante la pasividad del Rectorado, bloquear los accesos a todas las facultades. Quieras o no quieras estudiar, quieras o no quieras hacer huelga. He visto conatos de peleas entre estudiantes que quieren entrar en sus facultades (a lo que tienen todo el derecho) y estudiantes independentistas que no les dejan. Bueno, pues estoy indignada. Mucho más que con los ruidos en el autobús. Me indigna la pasividad del rector Casals, cuya obligación es garantizar el derecho de los estudiantes que así lo deseen a recibir una educación. Qué es eso de hacer la vista gorda ante las coacciones. ¿Se imaginan algo así en cualquier lugar que no sea Cataluña? ¿Es que vamos a normalizar allí situaciones que son una pura aberración?

*Periodista