Hoy, Ciudadanos clausura su congreso de renovación con su flamantepresidenta, Inés Arrimadas, que parece querer dejar latente su posición. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y ver a Edmundo Bal, en la tribuna del Congreso con la mano exigente pero tendida a Sánchez, por el bien de los ciudadanos, y, con las dos manos, izquierda y derecha, hacia Casado y Sánchez, para lograr los famosos pactos de reconstrucción, que ellos mismos propusieron, deja patente que Arrimadas y su equipo quieren escenificar claramente, en estos días de crisis, la utilidad de su partido. Mantienen una posición de propuestas y ayuda, aunque con exigencias y, según su planteamiento, ya habrá tiempo de exigir responsabilidades.

Este giro al centro, aunque en Cs mantienen que nunca se fueron de él, y ser útiles a la sociedad, queda patente también en los distintos posicionamientos, propuestas, proposiciones parlamentarias y mociones que plantean para realizar una política útil. Estos días se ha visto también en Aragón, en varios ámbitos, donde diputadas como Susana Gaspar defendían a los sanitarios e impulsaban propuestas para la vuelta a la normalidad del sistema sanitario aragonés y para dotar de recursos a la atención primaria; o como Beatriz García, con una proposición no de ley para evitar la muerte en soledad de los pacientes con coronavirus, que humaniza al parlamento y lo acerca a los ciudadanos, y por la que recibió la felicitación de todos los grupos; o como Jara Bernués, con un plan de apoyo a la hostelería y el turismo, que también salió adelante con el apoyo de todos los grupos de las Cortes. Igualmente se manifiestan en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde la vicealcaldesa, Sara Fernández, presentó una moción para la reconstrucción que quiere sentar las bases para alcanzar un acuerdo para salir de la crisis; o la concejala Carmen Herrarte, que ha potenciado la digitalización del comercio y en plena crisis impulsó una herramienta para la compra online en el Mercado Central de Zaragoza, o con iniciativas de apoyo al pequeño comercio o con un plan de modernización de la administración para el teletrabajo.

Lo cierto es que allí donde están, ahora sí, se esfuerzan en ser útiles y en marcar posicionamientos de centro. Esto se demuestra en la negociación política, como en las Cortes de Aragón, donde la fuerza de Ciudadanos hace situar al PP en posiciones más alejadas de Vox y más cercanas a ellos, lo que ayuda a que Lambán, que es hombre con experiencia en la negociación, pueda alcanzar acuerdos con todas las fuerzas políticas con más facilidad. También se percibe en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde, aunque ya se sabe que cuando llegan al poder los alcaldes no son ni tan de derechas ni tan de izquierdas como parecían, Jorge Azcón también se ve obligado a mirar más a Cs, aunque para muchas cuestiones le falta la muleta de Vox.

A nivel nacional es otro cantar. Hoy, quizás, tal y como han venido los acontecimientos casi nada más acabar la investidura, Sánchez y Rivera ya habrán reflexionado que el pacto con Ciudadanos hubiera sido lo mejor, Haya o no arrepentimiento, lo cierto es que al líder de Cs le costó salir de la vida política y al presidente del Gobierno parece que el pacto actual le está costando muchos quebraderos de cabeza.

En cualquier caso, la irrupción de tanta mujer, también en Cs, da la impresión que abre un tiempo nuevo. Los datos sobre la buena gestión de la crisis del Covid-19 en países gobernados por mujeres así lo muestran. En el caso de las mujeres de Cs, están demostrando estos días que cuando se ponen a gestionar o a ser oposición útil, lo pueden hacer bien. El giro dado por Arrimadas, de momento, única mujer candidata a la Presidencia del Gobierno de España, es un valor. En Cataluña fue la única capaz de ganar al nacionalismo, aunque luego no supo explicar las posiciones tomadas. Ahora las encuestas empiezan a situarla como la segunda política mejor valorada con una tímida recuperación de voto.

La V Asamblea acaba marcando varias líneas fundamentales: su posición de centro liberal progresista, la lucha contra los nacionalismos excluyentes y los populismos y la corrupción, la igualdad de oportunidades, ofrecer propuestas novedosas y modernas para el avance de la sociedad española, y, especialmente, en ser útiles a la ciudadanía mediante una política que así lo demuestre. Mantener estas tesis hasta el final es el objetivo y ojalá no se tuerza porque España necesita un partido de centro, sin adulteraciones. Lo ha demostrado nuestra historia reciente siempre que ha sido necesario la negociación y el consenso, como con el inicio de la democracia o con los Pactos de la Moncloa liderados por el centro político. Y Aragón siempre ha convivido en democracia con partidos similares con los que se ha avanzado mucho. Ahora, en tiempos de iniciar una nueva normalidad y recomponer la situación que está dejando la crisis sanitaria, hace falta que estas buenas intenciones se demuestren día a día.

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