Uno empezaba a temer que el personaje de Johnny Guitar quedase para siempre enterrado entre las leyendas del western, a salvo, no solo de los pieles rojas, sino incluso de la memoria colectiva, que es perfectamente capaz también de cortar la más oronda cabellera, cuando he aquí que acaba de resucitar en una maravillosa edición de Reino de Cordelia, con traducción del inglés de Susana Carral (hasta hoy el texto estaba inédito en castellano) e ilustraciones de Carmen García Iglesias.

La novela original, con el mismo título, fue concebida y firmada por Roy Chanslor en 1953. Su lectura llegó a obsesionar a la actriz Joan Crawford, a la sazón ya una de las grandes divas de Hollywood. Su devoto interés acabaría cristalizando en la célebre película homónima de Nicholas Ray, con la propia Crawford en el papel de Vienna y Sterlin Hayden en el del pistolero, enamorado de ella, Johnny Guitar.

Chanslor (1899-1964) lo intentó todo para triunfar en la California de los años dorados. Novelista y guionista de cine y televisión debutó con el guión de Vino, mujeres y caballos, filmada por Louis King. Con Johnny Guitar le llegaría la fama. Después seguiría escribiendo novelas, desconocidas en España, y algunos guiones, hasta su muerte.

La inmortalidad de Johnny Guitar, con quien Chanslor comparte su pedacito de eternidad, reside fundamentalmente en la tormentosa mezcla de violencia y deseo, de furia y dignidad que envuelve y atrona la acción. Western, sí, pero pasado por la dramaturgia griega y las palaciegas venganzas de un Shakespeare. Los personajes se enfrentan unos a otros en un terreno salvaje que igualmente transforma en duro terreno cualquier relación personal que cualquiera de ellos pretenda establecer más allá de los mínimos cánones de supervivencia. Tipos duros, vaqueros, pistoleros, conductores de diligencias o rancheros que acaban antes o después girando o arrodillándose ante Vienna, la heroína de la novela y del film, una mujer blanca, joven, arisca e irresistible, capaz de hacerse respetar en un mundo de hombres, y de enviar a más de uno a la tumba.

Un clásico.