Erradicar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Esta frase de Nelson Mandela define a la perfección el objetivo del nuevo Ingreso Mínimo Vital. Significa mucho más que la respuesta a un compromiso del gobierno que votó una mayoría electoral progresista. Es un pacto con la ciudadanía. El texto ahora aprobado es la medida social más importante de este siglo que ha publicado el BOE. Puede dar la sensación de que el articulado legal sea sencillo. Quizás hasta simple. Pero las transformaciones reales siempre han necesitado más impulso democrático y convicción, que una compleja jurisprudencia. El compromiso de gasto que requiere su desarrollo no solo es asumible, sino que es la mejor inversión de un Estado que se preocupa por las personas. Va destinado a paliar las necesidades básicas de los más vulnerables. Como son los niños y niñas que necesitan protección, alimentos y educación, desde la dignidad de sus padres y de sus familias. Una dignidad que da el poder de compra y no la mendicidad.

Este nuevo ingreso nos acerca a los países que han fortalecido y mantienen el Estado del Bienestar como modelo de progreso. Cuenta con un amplio respaldo social. Lo que deja sin argumentos a sus detractores y los retrata como agresores del progreso social y económico en igualdad. El silencio de sus opositores es tan elocuente como la vergüenza de sus atacantes. Lo que contrasta con el amplio respaldo social con el que cuenta esta medida del gobierno tal y como se refleja en todas las encuestas sobre esta medida. Su aprobación nos acerca a un modelo de Estado moderno que se interesa por un futuro mejor para los ciudadanos, preocupándose por las personas y sus derechos.

Este Gobierno ha nacido para reducir las brechas sociales y económicas que se impusieron tras la crisis del 2008 y, especialmente, para revertir las que adoptó el PP tras llegar a La Moncloa. Por eso, desde la Plataforma Progresista de Zaragoza aplaudimos el compromiso de gobierno que ha hecho posible el Ingreso Mínimo Vital. Con él se fortalece el estado de bienestar que evitará que la curva de la pobreza y la marginalidad se convierta en una nueva pandemia social. Debemos recordar que la exclusión se hereda si no se corrige con el consenso social. Afortunadamente contamos con ese respaldo común y contundente.

Por otra parte el Ingreso Mínimo Vital estimulará la búsqueda activa de empleo. Nadie quiere vivir siempre en la pobreza ya que buscamos lo mejor para nuestros hijos. La garantía de igualdad en el acceso a nuevas oportunidades se apoyará en este colchón vital de subsistencia que, tras evitar la caída, les permitirá caminar con independencia y dignidad gracias a su esfuerzo y trabajo. Combatiendo la pobreza desde el BOE, complementando así sus rentas, las personas más desfavorecidas accederán a unos ingresos mínimos de dignidad. Esta es la razón de que esta percepción económica esté asociada a la búsqueda activa de empleo y lo haga compatible cuando el ingreso no llega a esos mínimos. Se evitará así la precarización de empleos vinculados a la mal llamada economía sumergida.

A pesar del gran avance que supone la puesta en marcha del IVM también debemos reseñar que tiene un amplio margen de mejora. Lo que debe formalizarse en sede parlamentaria, teniendo en cuenta tanto las aportaciones de las organizaciones sociales como la realidad solidaria de nuestra sociedad. Hoy toca apoyar y felicitarnos de que este gobierno traslade la política a la dignidad de la gente y la dignidad a la política. H *Miembro de la Plataforma Progresista de Zaragoza