Hay tres políticas jóvenes y se supone que preparadas que me resultan insoportables. Escucharlas y verlas actuar produce irritación. Me refiero al lanzamiento de Cayetana Álvarez de Toledo (PP), Cristina López Ayuso (Ciudadanos) y Rocío Monasterio (Vox). La triple A ha decidido sacar a este trío a la palestra por aquello de la cuota y de la igualdad para demostrar no sabemos exactamente qué.

No todo el mundo vale para estar en política, independientemente de su sexo. Pero es patético que la presidenta de la Comunidad de Madrid se haya hecho famosa únicamente por sus sandeces y su permanente sonrisa a cámara. Buscas en su biografía y solo abundan los vídeos de YouTube. Ayuso, licenciada en periodismo, se cameló al PP inventándose un avatar: El perro de Esperanza Aguirre. Ella gestionaba su cuenta (la del perro) en twitter con frases tan brillantes como «Hola, me llamo Pecas y vivo en Malasaña con una rubia castiza, liberal y seductora. GUAU». Y cosas así. También reivindicó los atascos nocturnos como una «seña de identidad de Madrid». Sus discursos ponen colorado hasta a Aguado, su segundo de a bordo. Es una mujer insulsa, teledirigida por la astuta y peligrosa Rocío Monasterio (Vox), diputada en la Asamblea de Madrid, que la vigila y la controla desde el banco de atrás.

Monasterio, arquitecta de profesión, nació en Cienfuegos, Cuba; de cubano y española. Su familia propietaria de la Central de Azúcar del Golfo fue expropiada por el Gobierno cubano. Una niña bien que se casó en España con Iván Espinosa de los Monteros, bendición papal incluida. Cuatro hijos y mansión con problemas legales de por medio. En pantalla parece una alien, una replicante que ha bajado a la tierra para destruir el planeta. Hubiera sido todo un personaje femenino en Blade Runner. Su media sonrisa hiela la sangre y sus declaraciones opusinas cierran todas las fronteras de la humanidad: en contra del aborto, niega el cambio climático, abomina del feminismo, cuestiona la violencia machista, expulsaría a los emigrantes sin papeles, y le pone enferma la fiesta del Orgullo Gay que la llevaría a la Casa de Campo. Porque mis hijos cuando salen del portal no tienen por qué encontrarse con esa exaltación del sexo, vino a decir más o menos. Es lista y manipuladora. Si quisiera podría devorar al jefe Abascal con una frase.

El fichaje estrella del PP como portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, también llegó cruzando el océano con su marcado acento argentino. Aunque ella, muy cosmopolita, dice que tiene nacionalidad argentina (su mamá), francesa (su papá) y española. Vía consorte es la XIII marquesa de Casa Fuerte, y también periodista. Trabajó un tiempo en la redacción de El Mundo. Proviene de FAES; ese laboratorio de cachorros del PP, línea dura. Lacónica, fría, altiva, sentencia cuando habla aunque no diga nada. Su tuit en 2016 se hizo viral: «Mi hija de 6 años: mamá el traje de Gaspar no es de verdad. No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás». ¡Qué nivel!

*Periodista y escritora