Algunos de los diputados en las Cortes aragoneses no dieron ayer la talla como parlamentarios. El foro de la soberanía popular es para debatir, con vehemencia si hace falta, pero sin recurrir al insulto y ayer se llegó a eso. Cuando esto sucede se desacreditan los argumentos y se entra en una espiral que tiene difícil encaje en la legítima pugna política. Los invitados en tribuna tampoco pueden paralizar la función del órgano legislativo, aunque sus reivindicaciones sean justas. El método no puede ser ese porque, entre otras cosas, sentaría precedente. Hoy son unos quienes creen estar en su derecho y mañana serán otros. El desalojo, por tanto, decretado por la vicepresidenta de la cámara, Rosa Plantagenet, está justificado, así como la suspensión temporal del pleno dos veces, mientras se recuperaba la normalidad.