Qué cruz con el salario mínimo. Lo que se considera una cifra obligatoria, un seguro para evitar que la nómina tire hacia abajo en los mercados laborales con abundante estoc de desempleados y evitar la tendencia a buscar rentabilidades empresariales a través de los salarios se convierte, dicen algunos expertos, en un riesgo para el empleo. Otra vez el Banco de España pone cifras al coste en pérdida de puestos de trabajo que supone el incremento del SMI en España. Cuando ya se lleva un mes actualizado a 900 euros mensuales, un informe del organismo supervisor advierte de que esa subida supondrá la pérdida de 125.000 empleos en la franja de quienes están por debajo de la nueva asignación. Curiosamente la mitad de los trabajadores que cobran el salario mínimo tienen contratos temporales y el 40% en empresas de menos de cinco trabajadores. Si este tipo de empresas no pueden asumir el sueldo fijado por ley y se ven obligadas a despedir, poco futuro tienen. Porque la cuantía fijada por el Gobierno todavía está a años luz de los países europeos en los que deberíamos fijarnos. Con datos del 2015, cuando en España el SMI estaba en 756 euros, en Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Holanda y Bélgica era prácticamente el doble. Y en Luxemburgo, 1.922 euros. Alemania lo adoptó aquel año y también hubo voces catastrofistas que anunciaron la pérdida de 570.000 empleos como consecuencia. Cuatro años después, solo ha repercutido sobre algunos minijobs, y se han creado 2,2 millones de empleos, reduciendo la tasa de paro del 5% al 3,4%. ¿En qué quedamos? H *Periodista