La tolerancia es la actitud que respeta las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias. Las sociedades abiertas y tolerantes son capaces de establecer una convivencia aceptable manteniendo en su interior diferentes culturas, religiones, usos y costumbres. Sin embargo hay opiniones, ideas, actitudes y hechos que sencillamente son intolerables, contra las que incluso el mundo del Derecho reacciona tipificándolas a veces como faltas o delitos y estableciendo las correspondientes sanciones o penas. ¿Hay que ser tolerante con todo? ¿Todas las ideas, opiniones, actitudes y hechos merecen ser tolerados, merecen el respeto? ¿En una sociedad cabe absolutamente todo? ¿Son respetables la violencia, las actitudes y hechos machistas, la homofobia, la xenofobia, la persecución del diferente, acabar con los sistemas de protección social y de solidaridad, las propuestas para acabar con el sistema democrático? La libertad de pensamiento, la de expresión ¿acoge también a los enemigos de la libertad, de la convivencia, de la democracia? Pues evidentemente, no. ¿Dónde están los límites de la tolerancia? Algunos que permanecían disfrazados y callados se han quitado la careta defendiendo en público proyectos que ya se demostraron como perniciosos, nefastos, letales para la libertad y la dignidad humana. Estaban ahí, pero ahora proclaman su esencia y su apariencia. No deja de sorprender la facilidad con la que las derechas españolas, que se proclaman constitucionalistas, se sientan a la misma mesa, incluso proclaman que no hay diferencias sustanciales con tal de justificar la conquista del poder. Y no se les cae la cara de vergüenza.

*Profesor de universidad