Mientras no haya una vacuna que pueda inmunizar a la mayoría de la población, o unos fármacos muy eficaces que combatan al coronavirus, la ciudadanía debemos luchar contra la enfermedad con otras armas. Y estas, además de las decisiones políticas acertadas, consisten en impulsar más la investigación y fomentar las conductas individuales cívicas que impidan la propagación de un virus del que todavía se desconocen muchas de sus consecuencias.

Por ello, es una noticia muy positiva que desde uno de los grandes hospitales de referencia del país, el zaragozano Miguel Servet, se esté trabajando y participando en seis ensayos clínicos que pueden servir para doblegar a esta enfermedad que ha azotado con tanta virulencia a todo el planeta. Una vez más, se demuestra la importancia de destinar fondos a la investigación y de apoyar a cientos de personas que se dedican a ella, así como a todos aquellos que velan por nuestra salud y que se han desvivido durante estos meses pasados, algunos incluso arriesgando su propia integridad física. La colaboración del Servet con otros centros estatales y la multilateralidad en estos planes, proyectos y pruebas científicas son un elemento digno de aplauso y en el que se debe depositar toda la confianza.

Paralelamente, nadie debe bajar la guardia. Cada uno, desde su propia responsabilidad, debe seguir manteniendo sus medidas de higiene y distanciamiento como mejor medida preventiva para evitar el contagio. La pandemia no solo no está controlada, sino que se puede volver a agudizar en Europa, y por ende en Aragón, ya que a pesar de los rastreos y el control de los casos, es fácil que estos puedan diseminarse y complicar más la tarea de los rastreadores. De hecho, este es el principal riesgo que se tiene en Aragón, ya que como se ve los focos que en principio estaban controlados han podido desplazarse a otros puntos, y algunos tan grandes como Zaragoza, lo que dificulta su control.