En Italia llaman campanilismo al excesivo amor por las tradiciones de tu ciudad, a esa mentalidad que hace que tu mundo sea lo que alcanzas a ver desde el campanario de la iglesia de tu pueblo. A esa especie, los oscenses los llamamos huesquetas. Dalí, con irónico egocentrismo, decía que el centro del universo estaba precisamente en Cadaqués, para el huesqueta está en medio de la Hoya. Pueden figurarse entonces, su virulenta reacción ante la desafortunada frase de Juan Alberto Belloch que calificaba a Huesca "de barrio de Zaragoza". ¡Huesca, la sertoriana, rebajada de invicta ciudad a mero apéndice maño! Esta es una de esas ocasiones en que se echa de menos la corrección política, porque todo el mundo estaría de acuerdo si Belloch hubiera dicho: "dadas sus excelentes comunicaciones, Zaragoza y Huesca pertenecen a la misma realidad urbana". Es lógico el enfado de algunos de mis paisanos, pero creo que tenemos problemas mayores que recrearnos en este tipo de desliz verbal. Yo por lo menos, en Zaragoza me siento en casa. Eso sí, agradecería al acalde (de Zaragoza) que mida mejor sus palabras y así nos ahorrará a los oscenses soportar la ira del huesqueta.

*Músico y gestor cultural