La presidenta de la Comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha advertido, a quien quiera oírla, que la actual situación de confinamiento y Estado de alarma en Madrid va a conducir al «desorden social».

Lo llamativo es que, hasta el momento de pronunciar públicamente Díaz Ayuso su inquietante pronóstico, no se hubiera registrado el menor indicio de caos o revuelta ciudadana en las calles de Madrid o en los municipios que componen su Comunidad. Que ningún grupo o colectivo social hubiese hecho saber sus planes para boicotear las órdenes del gobierno o alterar la convivencia y el orden público en la capital de España y su provincia. Que, en esa misma línea de inminente alarma por la señora presidenta sugerida, no se conociera una sola amenaza de estallido o incendio social alguno sugerida o suscrita por un solo madrileño. ¿En qué se basa, entonces, la señora Ayuso para anticipar su potencial riesgo? ¿En hechos reales, en acuerdos y manifestaciones de Colegios Profesionales y sindicatos, o en conjeturas de su camarilla? ¿O simplemente se lo habrá inventado para criticar a Pedro Sánchez y echarle encima a los madrileños que no han pasado a la fase I del desconfinamiento?

Poco conocida aún en el contexto de la política nacional, Isabel Díaz Ayuso se enmarca en la línea dura del nuevo PP de Pablo Casado. ¿Quién es? Su imagen retro de señorita de fotonovela años cincuenta con médicos y enfermeras encubre seguramente un corazón más duro. En su vida personal hay zonas secretas, pero de su maestra y antecesora en el cargo, Esperanza Aguirre, ha heredado la fe en la publicidad y el amor al público. Su fotográfico baño de masas en el hospital de Ifema, sin respetar la distancia de seguridad, revela el ansia de liderar grandes masas antes de averiguar si se lleva o no un pequeño líder dentro.

Parece cuando menos dudoso que Ayuso llegue a ser una lideresa nacional, pero ya es una actriz, y casi tan buena como su compañera Cayetana Álvarez de Toledo. Porque posar, hacer campaña aunque no haya elecciones, o improvisar escenas en el teatrillo institucional como viene haciendo Ayuso demuestran capacidades comunicativas más que virtudes políticas.

Pero es de Madrid, y eso es mucho…