La pandemia de gripe de la que se hacían eco los medios días atrás no es comparable a la enfermedad crónica de algunas estructuras y dirigentes políticos. La maquinaria aragonesa, concretamente su gobierno autonómico, se enfrenta a una situación de crisis sanitaria de envergadura, y lo peor: su presidente Lambán tiene el antídoto. Los populares califican su enfermedad de «sectarismo», yo la tildaría de «pseudo izquierditis aguda», esto es, empecinamiento enfermizo por pactar solo con la izquierda, y mientras tanto, todo manga por hombro. Lambán acusa a Podemos de estar «haciendo daño» a los aragoneses por negarse a negociar las cuentas de la comunidad y así tener paralizados un sin fín de proyectos que darían cierto aliento a las clases desfavorecidas, pero la pelota está en su campo. No extraña que el portavoz popular de las Cortes Antonio Suárez hable de «ninguneo» a los grupos políticos aragoneses en lo referente a financiación autonómica y a la negociación de un presupuesto autonómico, ni tampoco que este considere que esta actitud solo responde al hecho de que los socialistas solo están «pensando en su sillón» para sostenerse en el cargo con los votos de la izquierda. No se si llevará razón el popular al pensar que el modus operandi socialista con esta cerrazón a pactar un acuerdo económico con otros que no sean los moraditos, pero lo que es verdad es que es momento para dejar de pensar en izquierda-derecha, ya no tiene sentido, y es hora de centrarse en resolver los problemas de la ciudadanía.

*Periodista y profesora de universidad