Japón ha entrado técnicamente en recesión al acumular contra pronóstico dos trimestres de caída del PIB. El dato a escala mundial tiene toda la trascendencia y genera inquietud en momentos en los que China desacelera su crecimiento y Europa bordea otra recesión. El primer ministro, Shinzo Abe, que ha convocado elecciones anticipadas aprovechando la debilidad de la oposición, había avalado un plan expansivo para tratar de recuperar la economía sobre la base de unos cánones no ortodoxos en la época actual, basados en estímulos como poner en circulación más masa monetaria con el añadido de la depreciación del yen para estimular consumo, inversión y exportaciones, junto a una subida del IVA a medio plazo para incrementar la recaudación.

El país, no lo olvidemos, tiene una deuda pública descomunal (250% del PIB) y una bomba de relojería en su pirámide de edad, con un 20% superior a los 65 años y problemas futuros en el pago de pensiones. Los defensores de las políticas expansivas tienen aquí también motivos de reflexión.