El centro político ha sido hasta ahora ese lugar donde se han decidido las elecciones y el poder. Hoy el sistema produce desigualdad, según argumenta el economista que está en boca de todos, Thomas Piketty, y la desaparición de la clase media convierte al centro en un lugar desprestigiado porque su misión ya no es administrar el bienestar y el crecimiento, sino que tiene el encargo imperativo de demoler conquistas y derechos sociales. Será casualidad o tendencia, pero el crecimiento de otras alternativas, sean retrógradas como el UKIP inglés y el FN francés o izquierdistas como Syriza en Grecia, redunda en esa idea.

En España es paradójico que ese desgaste afecte más al partido opositor que al gobernante; o tendrá que ver con que las renuncias ideológicas implícitas y explícitas, campo minado de contradicciones y encrucijadas, son menos perdonables cuando llegan desde la izquierda. En cualquier caso, los socialistas españoles tendrán que dilucidar si están más interesados en insistir en su pasado o en construir un futuro lejos de personalismos. En los últimos días, el histórico Joaquín Leguina se ha enzarzado, con saña y desdén innecesarios, con la también militante Beatriz Talegón, que a su vez le ha dado estopa a Felipe González.

Lo que más llama la atención de los integrantes de esa vetusta guardia, mientras inundan la calle con autobiografías y fundaciones onanistas, es que sean poco críticos con quienes han llevado al aparato a sus peores resultados y sí muy beligerantes con quienes, como meros aspirantes, apuestan por la regeneración (incluso ética).

Uno puede querer olvidar sus propios peajes, pero que quede claro que el PSOE triunfador que el expresidente representa como nadie no pedaleó solo; fue empujado al poder y subvencionado por sus teóricos adversarios de UCD (así lo dejó dicho Leopoldo Calvo Sotelo); y pese a sus desmentidos, siempre planearon sombras de financiación exterior, como fue el caso Flick en 1984. Las crisis se solucionan abordándolas. Lo contrario es morir en la Historia (pueden mirarse en el espejo del PASOK). Moderación y estabilidad no sirven de nada en un hundimiento. Y los jarrones chinos, tampoco. Periodista