La magia es un arte. Un amigo ilusionista me enseñó que un prestidigitador nunca te va a engañar con trucos. Más bien te llenará de admiración con el arte de sus técnicas. Los engaños son propios de timadores, que utilizan prácticas del espectáculo, para hacernos creer que son certezas científicas. La honradez habita en los teatros y las estafas en consultas de pseudociencias, pitonisas y homeópatas aguados. Hace unos años presenté un estudio cualitativo para una jornada del Colegio Oficial de Psicología de Aragón. En la conclusión se observaba que muchos de quienes no poseían titulación oficial ni estaban colegiados, se publicitaban como terapeutas para tratar, con efluvios de todo tipo, afecciones del comportamiento. Lo menos que podía pasar era la pérdida de tiempo y dinero. Las estafas de las pseudoterapias se aprovechan de la necesidad, las creencias y la buena fe de la gente para hacer negocio, jugando con las expectativas de una curación, a veces imposible.

En política también hay magia. Lo ha demostrado Javier Lambán culminando una actuación memorable en el teatro de la Aljafería. Su dominio de los movimientos, y la brillantez de su técnica, le han encumbrado a lo más alto del ilusionismo político. Lo ha hecho con arte y sin engaño. Dentro de la disciplina de la magia de escena, el ejeano ha manejado con soltura cinco aparatos de partidos de todos los colores. Lo ha hecho con un pentagrama mágico. Invertido, como recomienda el manual de satanismo, para conjurar los espíritus de los Salvinis maños. Y es en la plenitud de este éxtasis ritual cuando don Javier se transforma en Javi Potter. Llegó el martes al debate de investidura lleno de confianza y poderío, gracias a sus sortilegios contra todo tipo de seres conservadoramente malignos. Solo le faltó entrar al hemiciclo ataviado con unas deportivas de Adidas. Impossible is nothing. Tres palabras, una para cada derecha, sobraban para decirlo todo. El ya presidente de Aragón exhibió, además, un notable control de la magia mental. Una variante del ilusionismo que se mueve en el terreno de la psicología. Todavía están pensando en la bancada de la oposición cómo la noche electoral una suma a cuatro se convirtió en una resta, gracias a la varita del Potter de las Cinco Villas. La numerología del cinco está muy presente en su vida política. Lo extraño es que este doctor hechicero (o hechicero doctor) haya finalizado este número antológico renunciando al aplauso de los suyos. No se entiende que haya obviado la consulta a la militancia socialista, que le hubiera sacado a hombros tras refrendar el mágico acuerdo logrado.

Cada mago tiene su especialidad. Lo que está claro es que al renovado inquilino del Pignatelli se le da mejor la magia de cerca que aquella que traspasa Ariza, camino de la Moncloa. ¡Ah qué buen vasallo sería hoy don Javier si hubiera adivinado, igual de bien, quién debería ser su señor en Madrid! Pero los errores están para enmendarse. Lambán puede que no sea demasiado sanchista. Pero de lo que no cabe duda, es que es un gran ensanchista. Aragón va a tener el Gobierno autonómico más plural y ensanchado de España. Cinco fuerzas sumando apoyos para empujar nuestra tierra hacia el futuro desde todos los flancos. Para ser justos, hay que reconocer que sus compañeros de reparto en el escenario político han aportado su propia magia, ayudando y mucho. Arturo Aliaga ha visto la tormenta naranja centrípeta que, entonces el aprendiz de brujo Rivera, iba creando desde que lo vio actuar a su lado en la plaza Colón. Cuando regresó de esa incómoda cita, don Arturo sabía que necesitaba una magia mancomunada para detener al que ya era nuevo Lord Voldemort de las autonomías. Y Javi Potter era su mago. El PAR va a sentirse más a gusto junto a unos colegas de gobierno, que pueden ser más fieles como compañeros que como aliados. CHA ha jugado de árbitro eficaz con un Pepe Soro al que se le está quedando cara de mediador y solucionador para todo tipo de conflictos. Podemos ha podido, con menos, mucho más que Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. Dicen que en la capital de España están cambiando su lema por el de RIP, se puede. Cierto que Escartín jugaba con ventaja al no contar entre sus negociadores con Echenique. Los de Álvaro Sanz han dado una lección de coherencia. Han preferido influir sin gobernar, sabiendo que para decidir no solo hay que estar, sino ser izquierda resolviendo problemas desde fuera de la ecuación de gobierno. Todo un zasca a los morados.

Ahora Javi Potter regresa al mundo real, sin magia. El reto será otro tipo de pentagrama, musical, para componer un sonido de gobierno con notas diferenciales de instrumentos hasta hace poco incompatibles. Cuatro años de interpretación darán para todo. También para pactar desafinados en común. No conviene abusar en exceso del ilusionismo como forma de gobierno ya que nuestro Potter corre el riesgo de convertirse en Houdini, haciendo del escapismo un medio de supervivencia política. Y quienes tienen que vivir mejor cada día somos los aragoneses.

*Psicólogo y escritor