El presidente aragonés, Javier Lambán, ha venido moderando sus críticas al Gobierno central y a otros periféricos, como la Generalitat, en aras de la prudencia impuesta por la pandemia. De buena educación es ser respetuoso con la enfermedad y más aún con la muerte. Obligada norma que, sin embargo, no todos los políticos han cumplido. Sobre la tristeza y el luto han imperado en España, como de costumbre, el ruido y la furia.

Nuestro salvaje cainismo al sol reclama ya paso sobre la montaña de ataúdes sepultados en las sombras. Dentro de un mes, la mitad de los españoles no respetará la distancia sanitaria, y dentro de un trimestre norma alguna. A la euforia de la resurrección sucederá la frustración de hacerlo a un desmantelado paraíso y con esa nueva normalidad volverán asimismo los denuestos, los insultos, los pactos contra natura, las caceroladas, el ruido y la furia.

Para no echar la persiana habrá que echar números, y salirnos las cuentas. Lambán, siendo de letras, va a tener que sacar la calculadora. Reclamar las ayudas, crediticias o a fondo perdido, prometidas por el Gobierno español y la Comisión Europea, y hacerlo en firme, tirándose largo porque a corto plazo corremos el riesgo de ver truncado el turismo, frenada la automoción, deslocalizadas algunas fábricas, chapadas muchas pymes y tan perjudicados los servicios municipales, asistenciales, educativos y sanitarios que gobernar se reduzca al arte de repartir la escasez.

Esa negociación para la reconstrucción, ya sobre la mesa, no se va a celebrar en un club de caballeros. Quim Torra reclama para su fenicia Cataluña la cuarta parte de las ayudas estatales a las autonomías y los vascos se proponen darle la vuelta a Sánchez hasta que se le caiga de los bolsillos presupuestarios el último euro. Habida cuenta la insolidaridad de estas y otras autonomías, Lambán se verá obligado a recuperar su nivel tonante y reivindicativo, a fin de dotar a Aragón de los nuevos recursos que legítimamente nos correspondan.

La cifra que nos estamos jugando, en torno a mil millones de euros, requeriría un proyecto urgente y un equipo con nuestros mejores negociadores. ¿Se está en ello?