Él, el hombre, ha vuelto. Pero no se trata, no, de Pablo Iglesias, a quienes sus propias compañeras rebajaron los humos cuando quiso apropiarse del márketing de la masculinidad, sino de él, del Hombre, José María Aznar. Quien, en su primer mitin de campaña, ha espetado desafiante a los cuatro vientos y a plena vox: «¡A mí nadie me habla de una derechita cobarde porque no me aguanta la mirada!». ¡Toma! ¡Ahí queda eso!

El destinatario de tamaño desafío, Santiago Abascal, no se ha dado aún por aludido, pero es casi seguro que antes o después, no en vano el líder de Vox es candidato de armas tomar, responda mirando a los ojos a José María Aznar.

¿Qué verá en ellos? ¿Un reflejo depredador, como en los suyos? ¿La mirada del comandante en jefe contra Irak que derrotó a Sadam Hussein, la impávida mirada del almirante reconquistador, pese al viento de levante, de la isla de Perejil? ¿Acaso Pablo Casado no es capaz de esas, incluso de mayores hazañas? Por todo eso y mucho más, ¡ya está bien, hombres de Vox, con la insultante cantinela de la derechita cobarde!

¿Son anécdotas, bulos de la campaña? No, nada de eso. El tema es más profundo, como honda es la herida electoral que Abascal puede inferir a Casado.

De ahí que el PP, llamando, como de costumbre, al pan pan y al vino vino, quiera poner las cosas y las urnas claras. La unidad de España es del PP. Los toros y la caza, populares. Y las pelotas, de José María Aznar.

De Él.

Pues, ¿quién es Abascal comparado con Él? ¡Dónde va a parar! Después de haber pelado las barbas al moro, ¿se va a dejar tomar el pelo Aznar por cuatro señoritos de escopeta y perro y otros cuatros chusqueros muertos de asco en la reserva? ¡Venga ya! ¡Miradle a los ojos!

Aznar, con su mirada de lobo castellano, estepario, marca el camino a los suyos, sobre todo a su lobezno. No hay especie más hispánica ni auténtica. ¡Que vengan otras especies invasoras a disputar el territorio! ¡Ya se verán las caras, ya se mirarán a los ojos en esos páramos de Castilla, entre nubes de polvo y pólvora, sin que se descomponga ni dios ni Dios sepa a qué lado ponerse! ¡Viva España!