La prensa de orden y el nuevo y ordenado PP están marcando el camino a un Pablo Casado que camina a toda pastilla hacia el albergue electoral, sin otra mochila que la de José María Aznar.

Báculo en mano, pero a grandes trancos por la senda de la historia, como ya antes que él avanzara su maestro, el discípulo se muestra taxativo, expeditivo.

Al pan, pan, y al Quim, cuidadín.

No viene, atención, el joven Casado a la política de paso o paseo, sino a cambiar el paso a esta torcida España.

Ha venido, está aquí Casado para unir la España que otros quieren separar y que Pedro Sánchez, el «ilegítimo», el «okupa», a quien él «ha pillado» haciendo trampas con los catalibanes, pretende vender, a cambio de permanecer en el poder hasta cargarse la viejísima España.

Para remediarlo, lo primero que va a hacer el joven valor de los conservadores es conservar la unidad patria. Y, para ello, nada mejor que suspender la autonomía de Cataluña, aplicándole de nuevo el artículo 155 de la Constitución.

¿Será dicha medida, de producirse, constitucional? Quim Torra no ha convocado nuevos referéndums ni proclamado la independencia, pero en su hoja de ruta, según sostiene Casado, tras «haberlos pillado a Sánchez y a él» destaca claramente el propósito de «romper España», conspirando con soberanistas y con «los comunistas».

Como resultado de estos mítines de PPablo, la prensa de orden, la de la viejísima España, está como loca.

No hay día en que no jaleen a su adalid contra la horda separatista y roja, asegurándole desde sus tribunas que la mejor manera de ganar las elecciones es darle cera a Puigdemont hasta desokupar al más ilegal e impresentable aún president de la Generalitat.

No vale la pena, le dicen, perder el tiempo con la economía, que por otra parte, ahora que ya no hay contrarreforma laboral, anda fenómena. Si acaso, bajar los impuestos, eso siempre puede rascar algún voto. Donde está el jamón de la campaña es en la butifarra catalana, ahí es donde hay que morder hasta el hueso.

Y en eso está el joven Casado, siguiendo a su vieja ala radical por el camino de la verdad y de Vox.