Ese refrán de Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como, es lo que hacen las grandes autonomías de este país, y digo grandes no por su tamaño sino por su representación parlamentaria en las Cortes Españolas, por su peso específico de bisagras en las puertas del poder y por sus relaciones tributarias con el Estado central, todo este conjunto de canonjías se agrupan en el País Vasco; gestiona su propio sistema tributario, junto con Navarra que también tiene un convenio similar. El guiso consiste en que Euskadi se queda una parte importante de los impuestos que recauda a diferencia del resto de autonomías que se tienen que someter al régimen general del Estado. Y aunque tienen que pagar el conocido «cupo» por todos los servicios que no asume (faltaría más) mantiene este privilegio que, aunque viene de muy atrás en su historia, a día de hoy, además de no estar bien visto, es injusto cuando el resto de autonomías las están pasando canutas. Habría que preguntar a los mandamases del PNV en qué se basan, objetivamente hablando, para exigir al resto de los españoles unas prebendas tan diferenciadas del resto, que lo expliquen, igual nos convencen; posiblemente lo tendrían fácil, pues presumen de poco paro, de tener unos servicios de diez y unas pensiones generosas. ¿Qué hay de la máxima: quién más tiene, más paga? Es un principio democrático en el cual deberíamos regirnos todos.

Pero, de momento, no se vislumbran cambios. A los gobiernos les interesa seguir concediendo exenciones en pos de comprar el voto a conveniencia para sacar presupuestos o lo que haga falta. Si el satírico Quevedo viviera, así dijera…»Para mí no hay demasías ni prerrogativas necias de los que se hacen Venecias solo por ser señorías…».

*Pintora y profesora