Las rentas de los hogares ha caído un 22% desde el 2009; el consumo un 11% en los tres últimos años. Sin levantar lo segundo es difícil recuperar lo primero y viceversa. Pero las rentas no tienen ninguna pinta de mejorar una vez sacrificadas en la devaluación interior que permite empobrecer al país para salvar el escaparate, llámese Marca España o recuperación macro. Son dos niveles distintos y cada vez más distantes. A la significativa reducción de salarios de quienes no han perdido el empleo se suma a marchas forzadas la incorporación de sueldos mini por la mitad y menos de lo que cobraban los anteriores empleados. Esa es la competitividad de la que presumen los que solo hablan de recuperación. El propio ministro de Economía ya aventura que se creará empleo con crecimientos del 1% cuando siempre se había necesitado superar el 2% para lograrlo. Normal, saldrá a cuenta contratar en régimen de semiesclavitud por pequeña que sea la creación de riqueza. La distribución de la misma ya es otro cantar. Hasta la efigie corazón de hielo que dirige el FMI avisa de que en algunos países los beneficios del crecimiento se disfrutan por demasiada poca gente. Si no hay un pacto para combatir las desigualdades que genera esta etapa de sometimiento, cuando se despegue no habrá ni clase turista, volarán solo los elegidos, el resto seguiremos en tierra. Podemos elegir entre persistir en las labores de mantenimiento que nos asignan o ponernos a picar la pista. A ver dónde aterrizan cuando se les acabe el combustible. Periodista