La globalización está aquí y ha llegado para quedarse. Y una de las críticas más acertada es el haber permitido y facilitado a las grandes multinacionales como Google, Amazon, Facebook, Apple, Starbucks, además de otras, la elusión y evasión fiscales, que alcanzan cifras astronómicas con el peligro para el mantenimiento de nuestro Estado de bienestar.

Un ejemplo nos puede ilustrar. Apple declara que unos centenares de empleados en Irlanda son los que generan todos sus beneficios, y eso fue posible por un acuerdo con el gobierno irlandés, por lo que solo tiene que pagar un 0,005% de impuestos. O lo que es lo mismo, 5 euros por cada millón de beneficios. Todas esas empresas se declaran sin ningún recato que son socialmente responsables, pero una empresa es socialmente responsable si paga los impuestos que en justicia le corresponden, como hacemos los trabajadores. Es muy claro que si los demás eludiéramos o evadiéramos nuestros impuestos como hacen estas grandes multinacionales, el funcionamiento de la sociedad sería imposible. ¿Cómo se sostendrían las pensiones, la sanidad, la educación, la dependencia públicas? Y esos grandes emprendedores, como Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, saben perfectamente que los impuestos públicos posibilitaron la financiación para conseguir internet, sin el cual sus extraordinarias ganancias no existirían. Mariana Mazzucato en El Estado Emprendedor, muestra que muchos avances tecnológicos no se originaron en arriesgadas inversiones privadas, sino en cuantiosas inversiones públicas de las que los economistas no hablan. Se fija en el Ipad de Apple, que debe su «inteligencia» al gasto de EEUU en la carrera espacial. Por eso, cuando en 2013 Apple repartió dividendos para sus accionistas, Mazzucato argumentó que los contribuyentes estadounidenses poseían más derechos que los accionistas.

Las grandes multinacionales llevan años aprovechándose de la competencia entre los países, que les ofrecen grandes ventajas fiscales. En definitiva está en manos de los Estados el corregir esta situación tan injusta. Pero por aquí no cabe esperar cambios. Por ello, resulta interesante la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (Icrict), de la que forma parte Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, que tiene por objeto promover el debate sobre la reforma del impuesto a las sociedades a nivel internacional, mediante una discusión lo más amplia e incluyente posible de las normas fiscales internacionales; considerar las reformas desde la perspectiva del interés público mundial en vez del nacional; y buscar unas soluciones fiscales justas, eficaces y sostenibles para el desarrollo.

Icrict fue fundada por una amplia coalición de la sociedad civil y organizaciones de trabajadores, entre las que se incluyen ActionAid, Alliance Sud, CCFD-Terre Solidaire, Christian Aid, el Consejo Global Unions, la Alianza Mundial por la Justicia Fiscal, Oxfam, la Internacional de Servicios Públicos, la Red de Justicia Fiscal y el Consejo Mundial de Iglesias. Icrict es apoyado por Friedrich-Ebert-Stiftung.

Sus principios son: las tácticas abusivas en el ámbito tributario por parte de las multinacionales aumenta la presión tributaria sobre el resto de los contribuyentes, vulnera las obligaciones cívicas de las corporaciones, roba a países desarrollados y en desarrollo recursos críticos para luchar contra la pobreza y para financiar los servicios públicos, exacerba la desigualdad de ingresos y aumenta la dependencia de los países en desarrollo de la asistencia oficial.

Las prácticas tributarias abusivas de las multinacionales constituyen una forma de corrupción que debilita la sociedad y requiere medidas urgentes. Esto es cierto incluso cuando las prácticas de las corporaciones se atienen a la legalidad y, especialmente, cuando las corporaciones utilizan su influencia política para lograr que se introduzcan leyes tributarias que les dan margen para cometer dichos abusos.

Las multinacionales actúan —y por lo tanto deberían tributar— como una sola entidad que hace negocios a escala internacional. Esta es la clave de toda reforma en este campo, porque las multinacionales suelen estructurar los precios de transferencia y otros acuerdos financieros para trasladar los beneficios que generan a empresas pantalla radicadas en las jurisdicciones con baja tributación.

Los paraísos fiscales facilitan las maniobras tributarias abusivas que generan enormes perjuicios para la comunidad mundial.

Los primeros pasos básicos para frenar los abusos tributarios deben ser exigir una mayor transparencia y acceso a la información.

Dado que cada persona y cada país sufre los efectos de las tácticas tributarias abusivas de las multinacionales, debería ampliarse el debate sobre su elusión tributaria y hacerlo más accesible al público.

La cooperación internacional incluyente en materia tributaria resulta esencial para combatir los retos que plantean las prácticas tributarias abusivas de las multinacionales.

Y estas son sus propuestas: las multinacionales deben tributar como entidades únicas. Frenar la competencia tributaria. Asegurar el cumplimiento de las normas. Aumentar la transparencia. Reformar convenios tributarios de los Estados con las multinacionales. Desarrollar un sistema de cooperación tributaria internacional más incluyente.

*Profesor de instituto