"Yo duermo a pierna suelta", dijo Mijail Kalashnikov cuando le preguntaron sobre los 300.000 muertos anuales que provocaba su certero fusil. El héroe militar ruso multicondecorado añadía: "Que la gente muera por un AK-47 no es culpa del diseñador sino de los políticos". De los gobiernos de más de 70 países que han ido comprando o fabricando su ingenio desde 1947. Venía a decir que la responsabilidad del uso de las armas, no era del inventor, ni siquiera del productor, sino del comprador. Pero aceptar el diseño de un arma constituye ya un grave desliz de ética profesional, hay encargos rechazables. Aunque tampoco se deberían encontrar empresas dispuestas a fabricar armas y las hay a porrillo. Y existen para satisfacer a todos los gobiernos del planeta. Es una cadena imposible de romper. Kalashnikovs ha habido siempre. Podemos barruntar que el primer diseñador fue un homo habilis, quien hace dos millones de años tuvo el dudoso honor de ser el primero en descubrir que rompiendo piedras conseguía cantos más afilados y mortíferos. Como herramienta o para partirle el cráneo al prójimo. Mi fe es que el diseño, responsable de las armas, también podría ser el inductor de muchas mejoras. Pero algo de razón tiene Kalashnikov, la responsabilidad comienza en la política, que ya sabemos que la decide la economía, ¿y quién controla el dinero? De momento, Kalashnikov sigue durmiendo profundamente desde que nos dejó con 93 años. Sus 90 millones de

AK-47 siguen pululando. Periodista