Hay señalizaciones e identificaciones que son únicas en el mundo entero, de manera que esté donde esté el viajero siempre se puede orientar sin necesidad de pedir auxilio. Entrar a Zaragoza, cruzar la ciudad y salir de ella, es una especie de vía crucis para muchos conductores, por la caótica situación de las señales y las deficiencias de los mensajes, que acaban desorientando al viajero más lúcido. Los nuevos diseños urbanos han cambiado los modelos tradicionales y han sacado de la circulación los grandes carteles orientadores para situarlos en sitios más discretos. Tanto, que muchos acaban comidos por la vegetación.