El domingo, tras la derrota ante el Nástic, el presidente Lapetra y el capitán Zapater todavía no renunciaron en público a abdicar del objetivo original de la temporada, el ascenso a Primera. Seguramente no quisieron asumirlo porque las matemáticas aún no lo han descartado, aunque en realidad solo una recuperación formidable y una remontada histórica permitirían semejante hazaña. Hasta hoy la realidad es que este Zaragoza es el peor en 60 años. Más cerca, en una clasificación virtual de los partidos del 2017 solamente el Almería empeora su rendimiento. Nadie más. Con este panorama tan sombrío, ahora mismo la meta únicamente puede ser amarrar cuanto antes la salvación.

Mientras el equipo se precipita sin que Agné y sus futbolistas hayan conseguido detener la caída, la SAD anunció ayer la contratación de Lalo Arantegui como director deportivo en sustitución de Juliá. El exejecutivo del Huesca llega a propuesta de Cuartero, por la sinergia personal entre ambos, por su proyección y por sus interconexiones en el mundo del fútbol, capítulo de primordial importancia aunque el juego de apariencias esté siendo otro. No lo tendrá fácil Lalo en su trabajo de más exigencia y estrés. Aunque si el equipo continúa en Segunda, sí le resultará más sencillo que a sus predecesores en el caso de que la SAD logre saldar la deuda con Hacienda y refinanciarla. El límite salarial se multiplicaría casi por dos. Y con casi diez millones se llega bastante más lejos que con cinco.