En los últimos debates sobre el estado de la comunidad, la descripción y el análisis de la realidad aragonesa han sido perfectamente previsibles, tanto en lo que atañe al Gobierno PSOE-CHA como a la oposición de derechas (PP, Cs y PAR) o a quienes maniobran en terreno intermedio (Podemos e IU). Por eso, ayer, cuando el presidente Lambán subió a la tribuna, el discurso que iba a pronunciar había de ser el último de la actual legislatura y por ende un resumen de la misma desde la perspectiva de un Ejecutivo en minoría que ha logrado cubrir cuatro años de mandato negociando (primero a una banda, luego a dos). Puede presumir de haberlo conseguido sin demasiada merma de la estabilidad institucional, al tiempo que intentaba revertir los ajustes de la etapa anterior.

Javier Lambán se explicó ayer, en el inicio del presente debate, con bastante orden y un claro hilo conductor: su gestión no ofrece resultados maravillosos, no ha producido milagros; pero sí ha recogido suficientes avances que el presidente relató en una intervención estructurada, sin adornos y entonada en un estilo casi burocrático.

Que los grandes servicios públicos han mejorado e iniciado su restablecimiento tras los recortes que impusieron Rudi y su equipo es innegable. Hay más profesores y médicos, mayor oferta en asistencia social, menos listas de espera, más escuelas rurales abiertas, nuevas instalaciones sanitarias operativas o en construcción... Pero no se han alcanzado los niveles de hace diez años, por dos razones de las que ayer no se habló: la demanda por parte de la ciudadanía no deja de aumentar, y los recursos financieros de que dispone la comunidad empiezan a no ser suficientes para mantener toda la inversión destinada a garantizar mínimos de igualdad y solidaridad.

PP, Cs y PAR dirán en las réplicas de hoy que Lambán pecó de optimismo, que describió una situación poco realista, que anunció intenciones pero no logros palpables y preguntarán cómo pretende el presidente financiar todo lo que prometió. CHA mantendrá un discreto apoyo al Gobierno donde administra un departamento. Podemos e IU adoptarán una actitud crítica, que puede ser mayor si el presidente sigue ignorándolos y continúa haciendo guiños a Cs.

Y al fondo de todo, Cataluña. Javier Lambán, no lo ha ocultado nunca, es un españolista beligerante. Ayer lo demostró una vez más.