Cuando Lambán dice que Ferraz no debe tomar partido en la elección de secretario general del PSOE aragonés y niega a Dueso el derecho a presentarse como auténtica sanchista, quienes están en el ajo se echan a reír. Porque el actual jefe socialista y presidente del Gobierno de Aragón ha sido durante toda su vida un oficialista del tres, voz exclusiva de las sucesivas direcciones. Y siempre lo proclamó así sin cortarse un pelo. Aunque, claro, nuestro Javier lleva un año mareante, complicado, y cualquiera en su caso sufriría algún grado de despiste. Fue barón. Luego crítico de pega, cuando empezó la rebelión contra Pedro Sánchez, en la que participó activamente. Oficialista otra vez, tras el Comité Federal de aquel 1-O, donde fue derrocado el entonces secretario general. Susanista de pro hasta el día después de las primarias federales... ¿Y ahora?

Lambán no puede imaginarse a sí mismo al margen del mando general del PSOE. Es algo contrario a su propia naturaleza. Pero después de tantas idas y vueltas se ha encontrado justo donde jamás quiso estar: desconectado de la Ejecutiva, fuera de juego, relativamente aislado, con apoyos débiles y sometido al fuego amigo, porque en el socialismo aragonés hay bastantes que le tienen ganas. Todo esos (y esas) que por una razón u otra han acumulado agravios de su parte se unen ahora (aunque no se traguen mutuamente) para hacerle la pascua. Qué mal.

Supongo que Javier Lambán (que el martes se fue de propio a Madrid, a escuchar a Pedro Sánchez) quisiera tener la cintura del oscense Miguel Gracia, que sí controla su organización (la de Huesca) y en su feudo fue capaz de apoyar con eficacia a la compañera Susana... para luego entenderse con Pedro, el reconquistador de Ferraz, en un alarde de flotabilidad tan genial como exitoso.

En momentos como este, cuando las cosas se le ponen más bien feuchas, es cuando Lambán despierta una irremediable empatía. Le ves ahí descolocado, peleándose con la oratoria, tan serio, tan apurado... y te entran ganas de darle un caluroso abrazo. Si se dejase, claro.