Podría suceder que después de invertir el 1,5 de euros que hacen falta para adecentar la Romareda haya que ir con el campo de fútbol a otra parte. A final de junio, el teniente de alcalde de Urbanismo, Antonio Gaspar, tendrá sobre su mesa el informe que aconsejará o no trasladar el estadio a otro lugar de la ciudad, pero para entonces ya habrán empezado las obras de rehabilitación para que el Real Zaragoza pueda jugar partidos internacionales la próxima temporada. El estado del campo de fútbol es tan precario que desde los aseos a los palcos pasando por vestuarios, instalaciones médicas y sistema de evacuación, tienen que ser reparados. La normativa de la UEFA es muy exigente, y el estadio de Zaragoza no resiste una inspección. Probablemente el gasto que se va a hacer ahora será prácticamente inútil de cara a un futuro no muy lejano, pero es necesario si, como queremos todos, el equipo está en Primera y en Europa.