Si buscan equidistancia política, dejen de leer en esta misma línea así les ahorro el tiempo o el enfado posterior. No sé hacer un análisis poniendo en igualdad a aquellos que con errores están intentando encontrar una salida y aquellos para los que la única salida es esperar la destrucción que les abra la puerta de entrada al gobierno.

El entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ante las políticas de ajuste de José Luis Rodríguez Zapatero, ya en 2012, elaboró el argumentario del ahora Partido Popular, que caiga España que ya la levantaremos nosotros. Y en eso están, no solo esperando sino empujando un poquito los días que no se visten de institucionalidad a ver si con suerte todo va fatal y la crisis es tan aguda que en invierno se convocan elecciones.

Les pareció ilegítimo el Gobierno surgido de la moción de censura, y una traición a España el acuerdo de coalición tras las últimas elecciones de 2019, y así van a seguir sin mover un ápice sus estrategias, según las últimas fuentes del PP. No quieren prórroga del Estado de alarma, pero no ofrecen plan alternativo, no les gusta la Mesa para la Reconstrucción y prefieren una comisión de supervisión a la política gubernamental. No van a aportar medidas colaborativas ni ahora, ni cuando las listas reales del desempleo se engrosen. Utilizarán el descontento a izquierda y sobre todo mirando mucho a la ultraderecha para su ideado éxito electoral, ni quieren ni buscan el acuerdo.

Así que con todos los errores que cometa el Gobierno y el resto de los partidos que sí están por encontrar soluciones, no es equitativa la equiparación del todos son iguales e intercambiables. La geometría variable o la aritmética imprecisa, porque de las dos tiene, intenta seguir adelante con un proyecto de país, impreciso, sin una agenda clara, cortoplacista y contradictorio en muchas ocasiones, pero decidido a ponerlo en marcha de nuevo.

Una propuesta de recuperación fijada en Europa, sin ayuda otra vez de la oposición, y con la intención de restaurar heridas en sus viejos apoyos o conseguir otros nuevos. Porque eso sí, deberá decidir dentro de la estrechez que le permiten los números del Congreso de los Diputados qué alianza estable encuentra dentro de todos los grupos dispuestos a colaborar. El enfado de ERC, Compromís y PNV no muestra más que el interés en seguir siendo clave durante esta legislatura y la intención de continuidad. La división seguirá siendo el escenario poscovid y sobre ese hay que trabajar, sin confundir deseo con realidad.