SOCIEDAD

Hay cuentos y cuentos

Fernando López de Arce

Zaragoza

Siento que Juan Ramón Navarro Brun (y también muchas más personas, hay que decirlo), no hayan digerido la famosa historia bíblica de Adán y Eva en el Paraíso terrenal, según cuenta en carta a este periódico el pasado 4 del presente mes.

Ese "cuento", como el de la Creación y otros de la Biblia, hay que leerlos e interpretarlos en su justo valor. Empecemos por decir que estaban escritos para pueblos analfabetos dedicados al pastoreo y cultivo tradicional, que necesitaban historias sencillas para llegar al meollo de lo que les querían decir.

Adán y Eva representaban una humanidad rebelde a su creador. Optan enfrentarse a Él y equivocan su destino. El escritor bíblico menciona poéticamente la existencia del "Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal", como causa de la desobediencia que les lleva al destierro de ese Paraíso. (Por cierto, no aparece la manzana famosa por ninguna parte)

Sigue este "cuento" con Caín y Abel. El primero, agricultor, el segundo, pastor. Y uno mata al otro. ¿Qué quiere decir con este hecho el escritor bíblico? Pues denunciar el odio ancestral entre agricultores y ganaderos. Y la necesidad de remediar este odio para que unos y otros puedan convivir en paz respetando sus espacios vitales.

Y así, poco más o menos, podemos ir actualizando las lecturas de la Biblia, que no cuentan solo cosas de siglos pasados, sino que sirven también para nuestra época, para nosotros mismos, pues nos refleja en lo bueno y lo malo del ser humano de todos los tiempos.

Y estas historias o "cuentos" no están para amargarnos la vida, sino para ayudarnos a convivir unos con otros.