GOBIERNO

Puro sentido común

Álvaro Sánchez Cosculluela

Zaragoza

Al menos algunos se esfuerzan en disimularlo, pero a este Gobierno se le ve el plumero a la legua de una manera escandalosa: cuando fue anunciada la repatriación del misionero español en Liberia, Miguel Pajares, contagiado del virus del ébola, me alegré por él y por el inusitado acto de servicio que este Gobierno había ofrecido a un compatriota suyo, pero no pude dejar de pensar, al mismo tiempo, en la rareza de la situación: "no recuerdo ningún otro caso similar, pero a la fuerza que tienen que haber muchos otros españoles en situación de extrema gravedad esperando ser escuchados, amparados y ayudados por nuestro Gobierno".

Bien, ahora lo sabemos: la madrileña Enma Rodríguez Pinar, quien había emprendido el año pasado el viaje a Argentina no para dar de comer y vestir a pobres negritos, sino para intentar montar un negocio con el que sacar adelante a su familia, otra víctima silenciosa más de esta crisis pandémica cuya respuesta es el silencio y engaño de este Gobierno, enfermó gravemente de neumonía el 12 de octubre de 2013 (curiosa fecha, seguro símbolo de exuberante orgullo para este partido), lo que la llevó a permanecer ingresada dos meses en la UCI, sobreviviendo a un primer paro cardíaco y perdiendo la batalla ante un segundo que la acometió el 20 de diciembre. Entretanto, su familia ya había pedido la repatriación, pero este querido Gobierno miró, para variar, hacia otro lado con altanería y prepotencia: el gasto era de 141.000 euros (eso le dijeron a la familia, vaya usted a saber), lo que, comparándolo, debe de resultar muy barato al lado del coste (además del necesario de repatriación) del tratamiento experimental importado desde Suiza.

Mariano Rajoy justificó así los gas-