La decisión de Canadá de regular el consumo integral de la marihuana contribuye a abrir el debate también en España. Hay unanimidad en que el consumo del cannabis es perjudicial para la salud. Causa más accidentes de tráfico, mayor riesgo de sufrir psicosis, más fracaso escolar. El 19% de las personas que lo consumen desarrollarán una adicción, el 25% si se inician en el consumo en la adolescencia. El coeficiente intelectual de los consumidores es más bajo.

El uso terapéutico del cannabis se está extendiendo en algunos países para tratar epilepsias infantiles, esclerosis múltiple, glaucoma, dolor crónico o las náuseas y vómitos generados por la quimioterapia. En España, un médico no puede prescribir cannabis. Solo está permitido el cultivo para consumo propio, en los hogares o en los clubs de fumadores. Pero comprar marihuana o derivados es tan fácil que España es el cuarto país de la UE con mayor tasa de consumo. Es la droga ilegal más habitual entre los adolescentes. Un grave problema de salud que todos reconocen, también los abolicionistas. Para reducir su consumo y estudiar su prescripción médica, el partido en el Gobierno propone crear una subcomisión y abrir el debate sobre su legalización, complejo y con gran impacto social.

Resulta fundamental escuchar las voces expertas y abordar el análisis con madurez y compromiso político.