El debate sobre el estado de la ciudad celebrado en el Ayuntamiento de Zaragoza evidenció que la legislatura municipal, aunque le queden seis meses, está acabada. Tras el anuncio de retirada del alcalde Juan Alberto Belloch, el pasado septiembre comenzó el principio del fin de una etapa de estabilidad institucional con el socialista dirigiendo los designios de la casa consistorial. En la sesión plenaria de esta semana los portavoces mostraron que están en clave electoral, con la mirada puesta en el 24-M. Los cuatro partidos representados no se concedieron espacios y hubo un intenso cara a cara entre PP y PSOE. Tras el rifirrafe de los discursos iniciales, apenas alcanzaron acuerdos en las propuestas de resolución.

Al candidato socialista, Carlos Pérez Anadón, IU le tumbó las iniciativas más destacadas porque consideró que en ciertos casos eran oportunistas o plagiaban ideas suyas, como su plan de pisos baratos para jóvenes. Al líder popular, Eloy Suárez, se le afeó que trajera al ayuntamiento planteamientos que enmiendan las debilidades de la política social y de estímulo económico de una DGA inmersa en continuos recortes. El portavoz de Chunta, Juan Martín, fue el más crítico e incisivo y no solo no apoyó ni una de las propuestas del PP, sino que aprovechó para lanzar dardos envenenados al Pignatelli.

En pocas palabras, en el pleno para escrutar el estado de la ciudad se debatió más acerca de la salud del ayuntamiento que de la situación actual o de las necesidades futuras de Zaragoza. La sensación de bloqueo que provoca esta mirada estrictamente electoral acarrea evidentes riesgos, pues el consistorio sigue teniendo obligaciones que atender. Sobre todo la aprobación y la ejecución de un presupuesto para que el año próximo se haga política y no solo se administren los servicios públicos. Y también los avances de una ley de capitalidad imprescindible para que la capital aragonesa, tan mal financiada, obtenga los recursos necesarios de otras instituciones para cumplir con sus obligaciones.

Entre tanto cara a cara dialéctico, sorprendió la falta de profundidad en el análisis de asuntos enquistados que se han convertido en patatas calientes de las que poco se ha hablado estos días en la casa consistorial. Por ejemplo, apenas se abordó en el debate de la ciudad la monumental deuda que supone la participación municipal en la quebrada sociedad Zaragoza Alta Velocidad, ni se trataron los problemas con el desarrollo urbanístico de Arcosur y los servicios necesarios para consolidar esta zona de expansión de la ciudad. Estos dos asuntos no son baladís, pues en el primer caso la deuda contraída supone un lastre monumental que inhabilita las posibilidades inversoras del ayuntamiento y en el segundo representa un problema social creciente como acaba de verse con la quiebra de una cooperativa y los problemas de desarrollo de la segunda fase de un barrio que corre el riesgo de nacer a medias.

Más allá de las promesas, de los anuncios rimbombantes o de las declaraciones de intenciones con la regeneración es urgente afrontar realidades que estarán encima de la mesa el día después de las elecciones, gobierne quien gobierne. Parece que las administraciones, incluido el ayuntamiento zaragozano, quieren cerrar una etapa si advertirse que muchos de los problemas actuales seguirán sobre el tapete sin solución de continuidad, con idéntico nivel de enquistamiento, si no se anticipan soluciones.

Como señaló el alcalde, Zaragoza ha mejorado de forma sobresaliente en unos años de expansión urbanística y residencial, construcción de infraestructuras y equipamientos y consolidación medioambientalmente sostenible, pero quienes no están hoy mejor son los ciudadanos. La crisis requiere de respuestas institucionales que no pueden derivarse al nuevo ciclo político. Las ayudas de urgente necesidad para evitar casos de exclusión grave seguirán llegando a la casa consistorial. Del mismo modo que lo harán las peticiones de las empresas para encontrar estímulos en su actividad. O las reclamaciones de distritos a los que no llegaron los beneficios renovadores de la Expo y que aguardan su oportunidad como la avenida Cataluña o amplias zonas de los barrios del este como Las Fuentes o San José. La inminencia de la campaña electoral y el fin de ciclo tras el anunciado adiós de Belloch no pueden sumir la casa consistorial en una dejación de funciones.