¡Hola a todes! es el nuevo saludo que recibo en los correos electrónicos cuando me los envían de forma generalizada en un intento de escribir en la onda lingüística sin distinciones de sexo. El tema se está poniendo tan exagerado que se cae en una especie de ridícula parodia cuando oímos decir a la diputada regional de Podemos Beatriz Galiana que «en Madrid hay niños con más derechos que otros y niñas con más derechas que otras (sic)». El camino ya lo trazó la exministra Bibiana Aído cuando se refería a «los miembros y miembras de la comisión (sic)». Estas piruetas circenses del lenguaje no aportan más que carcajadas. Posicionarse en defensa del feminismo o de los derechos de la mujer con este tipo de gestos, no hace más que banalizar el problema de fondo o estigmatizar a cualquiera que no lo utilice, si es hombre más y si es mujer también. Esta inercia ha contaminado a las oraciones subordinadas, a los sustantivos, alejándonos de la paráfrasis tan esencial en el lenguaje. Nuestro idioma, con su etimología rica y variada, da la posibilidad de ser utilizado inteligentemente para conseguir la máxima comunicación con el menor esfuerzo, pero si queremos ser económicos y en vez de decir: ¡buenas tardes a todos!, acudimos a inventarnos: ¡buenas tardes a todes! estaremos utilizando un lenguaje empobrecedor y engañoso y, desde luego, la erradicación de las agresiones, de los crímenes y de la violencia hacia la mujer, dependerá de políticas eficaces y de inversiones bien ejecutadas. Dejémonos de ser artificiosos, de creernos que con ello conseguimos visibilizar algo. De un tiempo a esta parte vamos padeciendo las ambigüedades y los circunloquios y como sigamos hablando así nos podemos volver locos en nuestras comunicaciones.

*Pintora y profesora