El Premio de las Letras Aragonesas, máximo galardón literario de nuestra comunidad, ha recaído este año en Juan Bolea, en reconocimiento de una ya muy vasta trayectoria con amplia proyección internacional y gran renovador de la novela de intriga. Se trata, además, de una figura que desborda los límites estrictos de la narrativa y del periodismo para devenir en un estimulante dinamizador de la cultura de nuestra tierra.

Son muchos los matices presentes en este relevante autor, ejemplar arquetipo de humanidad y respeto, que merecerían un exhaustivo análisis, pero hoy, Día de la Mujer, quisiera centrarme en el que es, quizá, su personaje más atractivo y característico: la detective Martina de Santo. Martina representa fielmente el papel de una mujer inclasificable, sin lugar en el reducido ámbito en el que lo femenino ha subsistido confinado por una sociedad con absoluto protagonismo del varón. Han transcurrido muchos siglos sin espacio para la inteligencia femenina; incluso sin la más vaga oportunidad para manifestar la opinión y el talento de quienes constituyen la mitad de los habitantes del planeta. Y aquí surgen Juan y su Martina para mostrarnos mediante una peculiar y sugestiva fórmula que las cosas han cambiado, que ya nada será como antes. Culta, refinada y elegante, siempre activa y eficaz; ora dócil, ora autoritaria y competitiva, la fascinante y genuina protagonista cuya saga vio la luz con Los hermanos de la costa construye una nueva visión del mundo en el que lo femenino adquiere una proyección inusitada, más allá incluso de una realidad en la que todavía solo podemos soñar mediante la ficción. Sin duda, queda mucho camino por recorrer hasta la completa equiparación de la mujer; sin duda, Martina y Juan nos acompañarán en esa andadura. H *Escritora