La paralización del trasvase no ha hecho ninguna mella sobre la mastodóntica arquitectura de hormigón que recorre las costas levantinas. En un recorrido por las costas y ríos de Valencia y Murcia este diario ha podido comprobar que ni la urbanización masiva de nuevas urbanizaciones de viviendas y complejos hoteleros, ni la extensión sistemática de cultivos han bajado su ritmo a pesar de que las aguas del Ebro ya no se utilizarán en el desarrollo de estos complejos. Mientras tanto, los acuíferos siguen siendo explotados al límite y ríos como el Mijares apenas arrastran un reducido caudal de aguas sucias. Pero el ladrillo sigue siendo el ladrillo.