Todos los principios de curso, el de los libros de texto es un tema recurrente. Este año aunque eclipsado por el covid, seguirá afectando al bolsillo de millones de familias como siempre. La OCU calcula una media de gasto en libros de texto de unos 200 euros por alumno (en España hay 8 millones de alumnos así que hagan la cuenta ustedes). Además del gasto de las familias, las becas de libros del Gobierno de Aragón ascienden a 3,5 millones de euros al año (esto daría para contratar alrededor de 90 maestros), pero la cosa no acaba aquí, la DGA ofrece deducciones fiscales en el IRPF a las familias que compran los libros lo cual supone una merma de ingresos para la comunidad.

En definitiva, voy a decir algo que todo el mundo sabe: los libros de texto cuestan una pasta. Una pasta que se embolsan las editoriales y que o bien pagan las familias, o la DGA o lo hacen a medias. Se han puesto en marcha buenas medidas como impedir cambiar el libro de texto en un centro durante 4 años o los famosos bancos de libros. Sin embargo y a pesar de ellos se produce una transferencia de dinero brutal todos los años desde las familias y la administración a las editoriales.

La cuestión es ¿por qué no hacer libros públicos? Esto no es ninguna locura, los alumnos de segundo de Bachillerato que cursan Economía de la Empresa en Aragón , no usan un libro al uso, sino un libro digital disponible en pdf de forma gratuita gracias al trabajo y el buen hacer de los profesores Israel Romera y Cristina Palacios , además de otros colaboradores. Generalizar esto a base de buena voluntad igual es difícil, pero si la administración se gastase una pequeñísima parte de lo que se gasta en becas en contratar profesores para que elaborasen los textos que se usan en los colegios e institutos de Aragón, tanto las familias como la DGA se ahorrarían una cantidad de dinero alucinante cada año.

Las ventajas no son solo económicas. Al ser libros públicos para descargar se podrían adaptar los tamaños para alumnos con problemas de visión, podrían estar más adaptados al currículo aragonés, se podrían proyectar en clase sin atentar contra la propiedad intelectual, sería posible hacerlos tanto en formato para imprimir como electrónico y nunca se agotarían en las librerías. Es sencillo, ecológico y ahorra mucho dinero. Dinero que perderían las editoriales que en muchos casos son propietarias de otras empresas. H