El triunfo de Pablo Iglesias despeja el camino de su liderazgo, pero no todavía, no del todo aún la ruta hacia una izquierda alternativa, capaz, como pretenden y legítimamente aspiran sus fundadores, de llegar a gobernar España. En la transición hacia ese modelo más pragmático, que tendrá como próximos tests las elecciones municipales y autonómicas de 2019, tendrá mucho ver la capacidad de Podemos para convertirse en un partido político, por encima de alianzas, mareas, plataformas o candidaturas coyunturales. Si lo consigue, tendrá más cerca el objetivo; si permanece desunido, con corrientes y bloques internos, con los anticapitalistas por un sitio, Errejón tirando por otro, la cuerda se romperá y el cántaro también.

El primer PSOE de la Transición, que ciertamente algunos parecidos tiene o mantiene reflejos con Podemos, pudo alcanzar La Moncloa gracias a que contaba con un carismático cabeza de cartel, Felipe González, y con un organizador, estratega y táctico de primera división, Alfonso Guerra. Los resultados de tal binomio fueron espectaculares, y, de hecho, no sería hasta que se quebrase que los socialistas iniciaran un lento declinar.

Iglesias, freudiano reflejo de un Felipe al que más aborrece cuanto mejor imita, necesita un Guerra a su lado y ese puede ser Pablo Echenique, porqué no.

Lo haría tan bien como ha conducido la asamblea general, moderándola, animándola, galvanizándola y sobre todo, previamente, instruyéndola en su metodología y práctica.

Fiel a quien lo ha nombrado, pero elástico, pero ameno, pero didáctico, Echenique se va perfilando como ese hombre bueno y transversal capaz, no sólo ya de no postularse a jefatura alguna, pese a haber sido el segundo ¿camarada?, ¿compañero?, ¿afiliado? más votado en Vistalegre, de resolver conflictos internos y de no provocar ninguno.

La tarea, lógicamente, le lleva y llevará tiempo y esfuerzo, por lo que sus responsabilidades en Aragón -¿cuáles, exactamente?- seguramente se resentirán, aconsejando su relevo o refuerzo, pero doctores tiene la nueva iglesia de Pablo, Pedro y demás apóstoles, y ya nos dirán, si en misa o repicando, cómo gestionar las multitareas del reforzado secretario de organización.

El calendario político, sin elecciones cerca, favorece el trabajo interno. Los cambios. Las mejoras. Las purgas. Veremos.