La editora de El Aragonés , el periódico quincenal que más caña reparte, acaba de dar a la luz, coordinado por Miguel Brunet, Lifaras y Borinas , una curiosa publicación que repasa la historia de las fiestas populares de Zaragoza, de sus Ayuntamientos y peñas, de su nacimiento, allá por 1979, y posterior desarrollo durante la transición municipal.

El alcalde Belloch, que se estrenó sin pitos en sus primeros festejos, prologa un trabajo testimonial en el que también participan, vía recuerdos, algunos de los principales protagonistas del cambio de ludibrio en las calles de ZgZ. Fundamentalmente, su artífice, Luis García Nieto, quien fuera concejal de Cultura y Festejos entre 1980 y 1987.

La gran virtud de García Nieto, amén de su reconocida e ilimitada audacia, consistió en saber rodearse de un buen equipo. Con él, trabajando a pie de escenarios, estuvo Angel Martínez, un visionario que nos dejó a los sones de la Banda del Canal después de haber realizado un ímprobo y valioso trabajo. Y técnicos culturales como Pablo Rico, Paco Vallés, Pilar Navarrete, Carlos Pérez Anadón, Juanjo Vázquez, Miguel Angel Tapia, Sole Bolea, Michel Zarzuela y tantos otros que supieron incorporar circuitos, novedades, exposiciones, actividades de calle, y, en definitiva, transformar el modelo de las reinas de la Lonja en unas fiestas por y para todos.

Paralelamente, este libro de tan sugerente título, Lifaras y Borinas , reconstruye los difíciles inicios de las peñas populares, desde las primeras reuniones, allá por los albores de 1978, de Vicente Ferrer Chiquitín, Juan Carlos Sandokán y Javier Fernández El Piri hasta la pronta incorporación de camaradas del PTE (peteros), cocos y demás basca enrollada. En los últimos meses de mandato del alcalde Miguel Merino ese fermento se dejó notar, pero la fundación de las principales peñas, que acaban de cumplir sus bodas de plata, se fue gestando a lo largo de 1979 bajo el modelo de las agrupaciones que ya funcionaban con éxito en tantos pueblos de Aragón.

A partir de esa fecha, desde que se constituyó la Comisión Paralela, la contribución peñista a las Fiestas fue ya una constante. A menudo, sus ideas y programas chocaban con las propuestas municipales, pero pronto se estableció la costumbre de sentarse a la misma mesa para colaborar mutuamente.

La Peña Forca, la Peña El Serón, Vaquillera, La Pasarela, El Bullizio d´aragonés, El Barrón, Adebán, El Brabán y otras muchas que acabarían integrándose en la influyente Comisión Interpeñas comenzaron a nutrir sus efectivos con un personal entregado, dispuesto a divertirse hasta el final, y a dar la vuelta al marcador. Desde que constituyeron sus sedes, sus uniformes, sus charangas, sus cuotas, las fiestas de El Pilar, los Carnavales, la Cincomarzada y otras fechas festivas ya no fueron las mismas. Fueron mejores.

El libro aporta también una resumida historia de cada una de las peñas, así como de sus colores de guerra, cartelerías y actos principales.

Para escribir Lifaras y Borinas se han necesitado 90.000 palabras, 500 kilos de amistad, 200 reuniones, 40 mañanas en la Hemeroteca municipal y un número indeterminado de cajas de La Zaragozana.

*Escritor y periodista