¿La última especie descubierta por la comunidad científica? No, hablamos de los británicos, que van a estar fuera pero dentro de la Unión Europea, durante algo más de lo pensado. 21 meses en el limbo, inside but outside, esto es, en el seno de la UE, bajo normas comunitarias, pero sin participar de la toma de decisiones. Tremendo papelón. Y es que no hay visos de acuerdo posible entre la Unión y Gran Bretaña. Miss May no atina con la fórmula para resolver el entuerto en el que metieron los suyos al país, y ella misma más tarde, por erigirse como la «negociadora» del divorcio, pese a demostrar su incompetencia. Ahora, la salida no puede ser otra que la que propone Bruselas, optar por un año de transición para encontrar soluciones al principal escollo que está imposibilitando finiquitar con los británicos: la cuestión irlandesa. La salida del Reino Unido del mapa comunitario, que supondría llevarse consigo a Irlanda del Norte, catapultaría aquel acuerdo de Viernes Santo que hace veinte años logró la paz y acabó con las fronteras entre las dos Irlandas. Abriría una brecha histórica de hondo calado, siendo que ninguna de ellas está por la labor de aceptar un Brexit mal planteado y errático desde el principio. Ojalá que este limbo temporal sirva para que mentes más brillantes elijan el mejor de los caminos: golpe de timón democrático y adiós al Brexit. Eso sería británico, quiero decir, inteligente. Lo contrario, sería brexitano, esto es, falto de estrategia política-económica e inteligencia de ningún tipo.

*Periodista y profesora de universidad